miércoles, 29 de junio de 2011

¿Libertad o igualdad?

La izquierda debe replantearse, entre otras cosas, su modo de entender estos conceptos: ¿Puede haber igualdad si no hay libertad? No. ¿Puede haber libertad si no hay igualdad? Aún menos. Una sociedad sin libertades es lo que se llama una Estado totalitario, y en un Estado totalitario hay una cúpula de altos funcionarios que controlan por completo al resto de la sociedad, sea en un Estado de concepción estalinista o fascista. Por tanto, en una sociedad sin libertades no hay igualdad. ¿Puede haber libertad si no hay igualdad? A mi entender, el primer valor que debe buscar el ser humano en su existencia es la libertad. Libertad de pensamiento, de acción. Pero eso, creo yo, debe ser una meta personal. La sociedad no puede primar la libertad antes que la igualdad. Esta primacía de la libertad es lo que ha conducido a la crisis político-económica actual. Los neoliberales, la derecha económica, decían que esa libertad traería riqueza a las empresas, que contratarían y repartirían así ese dinero. Es rotundamente falso, como se he demostrado. Esa libertad de acción lo que ha conseguido es que ese ente llamado "los mercados" absorba cantidades ingentes de dinero. La desregulación financiera ha sido la oportunidad de las grandes fortunas para acaparar no sólo más dinero, sino también más poder político, que les había sido quitado con la llegada de la democracia con sufragio universal, y ahora va a ser mucho más difícil quitárselo. Para responder a la pregunta, esa libertad sólo se puede aprovechar si eres de los de arriba; para los demás, es cada día más difícil tener la libertad de decidir nuestra vida, estamos supeditados a la cantidad de dinero disponible en un límite inaceptable. Para mucha gente, emanciparse es misión imposible, la edad media supera ya los 30 años, cuando antes era inferior a los 25. El poder acumulado por el capital es tanto que el poder real de nuestros parlamentos es muy inferior a lo que debiera. El movimiento 15M y Democracia Real Ya (DRY) están hartos e indignados de esta situación, y no es falta razón (en ese tema). Ya es hora de volver a poner coto a los mercados, porque no es aceptable que cuando el número de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza aumenta, que cuando un Estado tenga alrededor del 20% de desempleo, las grandes empresas presenten beneficios millonarios y encima presenten EREs. No es de recibo que después de años de ganancias inimaginables para el común de los mortales, se tenga que dar aún más dinero a los bancos, so pretexto de bancarrota, y que para más inri, los directivos cobren ese mismo año dividendos millonarios, aún denegando préstamos a empresas y particulares. Esos mismos bancos han dado durante años créditos a todo el mundo, créditos a personas que no eran capaces de pagarlos. Y ahora, no dan créditos ni a personas que son perfectamente capaz de hacerlo. Los bancos tenían que haber hecho frente a la locura de la gente que ganando 900€/mes pretendía dar 800 al banco por la hipoteca. Era su responsabilidad.
Ahora estamos frente a una encrucijada. La izquierda europea, atrapada durante demasiado tiempo en el engaño de los neoliberales (la "Tercera Vía"), debe volver a sus planteamientos socialdemócratas. Es hora de legislar a nivel económico el control sobre los bancos. Es hora de volver a pregonar el control institucional sobre los mercados, de hacer una política económica para las clases medias y bajas, y no de ceder ante la presión de los mercados.Los partidos socialistas deben recuperar el lugar que les corresponde en la izquierda económica, deben recuperar un discurso socialdemócrata. Es hora ya, hay que hacerlo rápido, pues tenemos que hacerlo todos a la una, pues con la velocidad a la que se mueve hoy día tanto la información como el dinero hay que coordinarse, hay que ponerse de acuerdo para hacerlo todos juntos. Cada día que pasa los mercados acumulan más dinero, más poder, y hay que aprovechar la oportunidad de que al otro lado del Atlántico hay también un líder progresista.
El poder real en la economía en Europa se sitúa en pocos centros: Bruselas, Berlín, Londres, París, poco más. La solución está en que todos los partidos socialdemócratas europeos sean uno, en dar ejemplo y unirse a nivel europeo, en dar un discurso sólido contra la derecha, ya no social, sino económica.
Y no sólo eso. Otro paso importante que se debe dar es el convertirse en un ejemplo de democracia y transparencia, en escuchar a la calle, en hacer leyes electorales más justas, en crear normativas internas (o incluso leyes) que impidan que un imputado vaya en las listas, en hacer que todo sea más límpido para los ciudadanos y que no pueda haber sino la sombra de sospecha de corrupción. No hay que tener miedo a las primarias, a la democracia interna. En Francia se van a enfrentar a unas primarias, y no hay que verlo sino como una oportunidad de dar fuerza al proyecto, de dar fuerza al candidato elegido, y no como una escisión interna en el Partido.
Tenemos esa gran oportunidad por delante, eso o caer en una arga travesía del desiert, apartados del poder, de la oportunidad de cambiar las cosas por una derecha conservadora y liberal que ha quedado demostrado con esta crisis que no tienen razón.