Artículo I. Introducción: Evolución del panorama político durante dicho período
Sección 1.01 El sistema político de la Restauración
Tras las sucesivas caídas de los Regímenes de Amadeo de Saboya y de la I República, se reinstauró un sistema Monárquico en la persona de Alfonso de Borbón, hijo de la exiliada Isabel II, que pasó a gobernar bajo el nombre de Alfonso XII. El sistema político se organizó por la Constitución de 1876 en torno a un sistema parlamentario aparentemente democrático, que estaba controlado por dos partidos, uno de corte liberal-conservador y otro liberal-progresista, cuyos jefes de filas eran Cánovas y Sagasta, respectivamente. En realidad, las diferencias eran mínimas, y los partidos se alternaban en el llamado turnismo pacífico, es decir, el Rey decidía convocar elecciones, y gracias a unas elecciones amañadas salía “el otro partido”. La democracia era confiscada al pueblo desde la base por los llamados “caciques” jefes rurales que decidían los resultados electorales del territorio dónde mandaban; sólo existía algo de democracia en las grandes ciudades, dónde el caciquismo no podía extender sus tentáculos. La Constitución establecía:
Art. 18. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey.
Art. 19. Las Cortes se componen de dos Cuerpos Colegisladores, iguales en facultades: el Senado y el Congreso de los Diputados.
Art. 20. El Senado se compone:
- Primero. De Senadores por derecho propio.
- Segundo. De Senadores vitalicios nombrados por la Corona.
Art. 48. La persona del Rey es sagrada e inviolable.
- Tercero. De Senadores elegidos por las Corporaciones del Estado y mayores contribuyentes en la forma que determine la ley. El número de los Senadores por derecho propio y vitalicios no podrá exceder de 180. Este número será el de los Senadores electivos.
Art. 50. La potestad de hacer ejecutar las leyes reside en el Rey, y su autoridad se extiende a todo cuanto conduce a la conservación del orden público en lo interior y a la seguridad del Estado en lo exterior, conforme a la Constitución y a las leyes.
Art. 51. El Rey sanciona y promulga las leyes.
Art. 52. Tiene el mando supremo del Ejército y Armada, y dispone de las fuerzas de mar y tierra.
Art. 74. La justicia se administra en nombre del Rey.
Constitución Española de 1876
Dicha Constitución establece, pues, la confluencia de los tres poderes en el Rey, además de Jefe de los ejércitos, que sin embargo, debe adaptarse a las leyes. El sistema bicameral no servía sino para pagar favores, dado que las dos cámaras tenían iguales funciones y la arbitrariedad de la elección al Senado.
La Constitución de carácter centralista favoreció el surgimiento de nacionalismos en los llamados “estados históricos”, materializados en movimientos culturales cómo la Renaixença en Cataluña o el Rexurdimiento en Galicia; y en partidos políticos como el PNV en Euskadi, la Lliga Regionalista en Cataluña o la Asociación Regionalista Gallega. Esos entes, sin embargo, aunaban las diferentes corrientes nacionalistas, véase provincialismo, regionalismo e independencia; siendo la intermedia la mayoritaria en estos casos.
Sin embargo, no hay ningún Partido Político representante de la I Internacional en España. El movimiento Obrero se organizaba en torno a pequeñas asociaciones de defensa de sus derechos frente al Patrón, sin estar verdaderamente coordinadas entre ellas. Alentados por la creación de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), en 1870 se celebra el Congreso constituyente de la Federación Regional Española de la Internacional. Es el primer intento de creación de una organización que fuese más allá de la defensa de los derechos para apuntar hacia la emancipación colectiva. Sin embargo, por las influencias del Italiano Giuseppe Fanelli, tenía un corte más libartario que marxista, más cercana a las tesis de Bakunin y los llamados Aliancistas. Pero cuando las ideas apolíticas y colectivistas ya habían calado en los sectores de movimiento Obrero español, llega a Madrid el yerno de Marx Paul Lafargue, que atrajo a un núcleo del Movimiento en Madrid hacia el marxismo, organizado en torno a la redacción del periódico La emancipación dirigido por José Mesa. Las pugnas entre los dos sectores acabaron con la expulsión de este núcleo de la Federación y consiguiente la fundación de la llamada Nueva Federación Madrileña, considerada ya la cuna del PSOE.
El nacimiento del PSOE se enmarca pues en un país económicamente atrasado respecto a Europa, y en un régimen político de monarquía Constitucional que sin ser realmente democrático, permitía la organización de la oposición a dicho régimen; con un movimiento obrero incipiente marcado ya por divisiones entre dos corrientes: anarquista y marxista.
Sección 1.02 El sistema de la Dictadura
El 12 de Septiembre de 1923 se subleva contra el Gobierno el entonces Capitán General de Cataluña Miguel Primo de Rivera. La crisis del que arrastra España deja casi sin apoyos al sistema Parlamentario, el Rey apoya el Golpe de Estado, al igual que los Empresarios, el Ejército y la Iglesia, al suponer que un gobierno autoritario sería la solución contra la conflictividad social, el auge nacionalista y la guerra de Marruecos. El movimiento obrero en un principio no apoya ni a los golpistas ni a los partidos del turnismo.
La dictadura se puede dividir en dos fases. La primera establece una dictadura de carácter puramente militar, mientras que en una segunda fase, Miguel Primo de Rivera se rodea de un gobierno civil e intenta constitucionalizar su régimen, envolverlo en una apariencia democrática. Fracasa y dimite; el Rey nombra Gobiernos con poca fuerza y acaba exiliándose después de la victoria Republicana en las grandes ciudades, dónde el caciquismo no llegaba.
En la práctica, la Dictadura supuso la desintegración de los dos grandes partidos dinásticos, y la supervivencia en la clandestinidad de los partidos republicanos y del PSOE, que arraigaron con fuerza en la sociedad.
Sección 1.03 La II República
La II República supuso el primer período verdaderamente Democrático en la Historia de España. Durante la II República, los partidos políticos cobraron mucho protagonismo, al igual que sus líderes. Aquí asistimos a una explosión del número de Partidos con representación en la Cámara, así como a un gran avance del número de militantes de todos ellos. La II República trae una Constitución con un carácter social, y lleva al Gobierno a Partidos y personas de todo signo, desde marxistas hasta monárquicos.
Art.1 España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia.
- Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo.
- La República constituye un Estado integral, compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones.
Art.2 Todos los españoles son iguales ante la ley.
- La bandera de la República española es roja, amarilla y morada.
Art.3 El Estado español no tiene religión oficial.
Art. 4 El Estado Español, dentro de los límites irreductibles de su territorio actual, estará integrado por Municipios mancomunados en provincias y por las regiones que se constituyan en régimen de autonomía […]
Art. 9 Todos los Municipios de la República serán autónomos en las materias de su competencia y elegirán sus Ayuntamientos por sufragio universal, igual, directo y secreto, salvo cuando funcionen en régimen de Concejo abierto.
Art. 25 No podrán ser fundamento de privilegios jurídicos la naturaleza, la filiación, el sexo, la clase social, la riqueza, las ideas políticas, las creencias religiosas […]
Art. 27 La libertad de conciencia y el derecho de profesar y practicar libremente cualquier religión quedan garantizados en todo el territorio español […]
Art. 39 Los Españoles podrán asociarse o sindicarse libremente[…]
Art. 52 El Congreso de Los Diputados se compone de los representantes elegidos por sufragio universal, igual, directo y secreto. […]
Esta Constitución establece pues para España una organización propia a un Estado moderno y similar a la que cualquier estado europeo puede tener hoy día. Establece con claridad la soberanía popular, la aconfesionalidad del Estado, e incluso permite Gobiernos Asamblearios en los Ayuntamientos (art. 9), y reconoce la autonomía de las regiones sin llegar a una República Federal.
Sin embargo, en la práctica asistimos a una época de gran crispación política entre las fuerzas de la izquierda, como los sindicatos, y las organizaciones derechistas, que desaparecida la monarquía, se inclinan más por el fascismo. Los asesinatos son comunes, así como la militarización de la militancia de ambos extremos, sobre todo patente en las organizaciones Juveniles. La República no logra asentar una verdadera democracia, convirtiéndose en un caos organizativo más que en un sistema sólido. La derecha buscaba acabar con el marxismo y el anarquismo, y la izquierda estaba profundamente dividida en numerosas tendencias, muchas de las cuales sólo apoyaban la República como un “mal menor” o como un período de transición hacia otro modelo socioeconómico.
Artículo II. Organización interna del PSOE
En 1871 se funda la Asociación General del Arte de Imprimir por varios tipógrafos madrileños. Tres años después, pasa a ser dirigida por Pablo Iglesias, un muchacho de convicciones internacionalistas emigrado de Ferrol a Madrid en condiciones penosas. Los fundadores de esta asociación eran en su mayoría expulsados de la Federación, y constituyeron el núcleo que el día 2 de Mayo de 1879 fundan el PSOE, junto a dos diamantistas, un marmolista y un zapatero, así como 4 médicos y un estudiante (de medicina) fundan en Casa Labra, una fonda del barrio de Tetuán, el Partido Socialista Obrero Español. En total son 25 personas. Casi 10 años después, en el verano de 1888 en Barcelona se reúnen los delegados de 47 sociedades obreras, con representación acreditada de 4 994 trabajadores en un Congreso Nacional Obrero, reunión de la que salieron las personas que unos días después celebrarían el Congreso Constituyente del PSOE. Estaban representadas 20 de las 22 agrupaciones ya existentes. Esos dos Congresos tuvieron como objetivos no solo fundar el PSOE sino también sentar las bases para crear su sindicato hermano, la Unión General de Trabajadores (UGT).
Sección 2.01 Relación PSOE/UGT
Generalmente se acepta que la Nueva Federación fue la cuna del PSOE, al igual que la Asociación General del Arte de imprimir la de UGT. Los sindicatos han sido siempre la base del movimiento obrero, de ahí que una de las primeras acciones del PSOE fuese la creación de la UGT. Los primero estatutos, sin embargo, no hacen hincapié en la orientación marxista del sindicato
Art. 1 La Unión General de Trabajadores de España tiene por objeto:
1. Reunir en su seno a las Sociedades, Federaciones y Uniones de resistencia.
2. Crear nuevas secciones de oficio, o constituirlas en Federaciones Nacionales.
3. Mejorar las condiciones de trabajo.
4. Mantener estrechas relaciones con las organizaciones obreras de los demás países que persigan el mismo fin que esta Unión practicar con ellas, siempre que sea posible, el principio de Solidaridad.
Art. 2 La Unión General de Trabajadores se propone realizar su objetivo apelando a la huelga bien organizada y recabando de los Poderes públicos cuantas leyes favorezcan los intereses del trabajo, tales como la jornada legal de ocho horas, fijación del salario mínimo, igualdad de salarios para los obreros de uno y otro sexo… etc.
Vemos pues que en los primeros estatutos no hablaban de encaminarse hacia una sociedad sin clase, ni la emancipación de la clase obrera, ni mucho menos de una Revolución contra el poder político y los patrones.
No sería hasta el XVI congreso de 1918 cuando, después de los acontecimientos de la Semana Trágica, adoptaran esta declaración:
Por tanto, la clase trabajadora protesta contra la usurpación que de sus naturales derechos realiza el capitalismo y afirma su propósito de hacer asequibles, libremente, a la actividad de los obreros organizados y redimidos de todas las fuentes naturales y sociales de producción.[…]Siempre que estén dentro de la orientación revolucionaria de la lucha de clases y tiendan a crear las fuerzas de emancipación de la clase obrera
Aquí ya se emplea la retórica tradicional del marxismo.
En vida de Pablo Iglesias, la relación entre las ejecutivas del PSOE y la UGT fue tan fraternal que no sólo obedecía a la actuación de ambas organizaciones la misma estrategia, sino que se celebraban reuniones conjuntas y se emitían comunicados o declaraciones suscritos por las dos entidades. A la muerte de Pablo Iglesias, durante la Dictadura, se dividió un poco la situación, creándose dos corrientes, la política y la sindical, con discrepancias a la hora de decidir qué hacer.
Sección 2.02 Líderes
Pablo Iglesias, "El Abuelo" |
Este período conoció varios líderes, el principal fue el fundador del Partido, Pablo Iglesias. Tipógrafo emigrado a Madrid desde Ferrol, Iglesias estuvo a la cabeza desde joven de varias entidades de signo sindical y marxista. Su figura ha sido siempre un referente del movimiento obrero. A mi parecer, la segunda persona más importante de esta época fue el controvertido Largo Caballero. Obrero estuquista, y enérgico sindicalista, logró muchísimos avances en materia social tanto como sindicalista como ministro en la II República. Sin embargo, es duramente criticado por meter a ministros anarquistas durante la guerra, y por su estrategia ante el conflicto, así como por su apoyo a la Dictadura de Primo de Rivera.
Julián Besteiro |
Indalecio Prieto |
Otras grandes figuras del Partido, ya menos sindicales y más intelectuales fueron Julián Besteiro e Indalecio Prieto, el primero siendo un intelectual representante de la moderación dentro del Partido; Prieto siendo el representante de la corriente socialista vasca, muy parlamentarista. Y por último cabe nombrar a Tomás Meabe, fundador de las Juventudes Socialistas.
Artículo III. Influencia del PSOE como Partido en la oposición
Sección 3.01 Aislamiento
La primera etapa del PSOE se caracterizó por un profundo aislamiento de las demás fuerzas tanto obreras como Republicanas. El aislamiento de las fuerzas Republicanas surge a raíz de la consideración socialista de no aliarse con ningún partido “burgués”, considerados embaucadores de los obreros. Así, el objetivo no era sino una especie de paternalismo hacia los obreros, evitándoles las “malas influencias”: según las palabras del propio Iglesias, los unos eran “maestros del engaño”, los otros “dispuestos siempre a dejarse engañar”. “Combatimos a los Republicanos” escribirá en El Socialista en 1905”porque atribuyéndose propósitos que no tienen la mayoría de sus directivos retrasan la acción de los trabajadores como clase en el terreno político”.
La inasistencia en la acción económica del PSOE era el reverso de las formas de lucha obrera que sus adversarios de la Federación Regional ponían tantas veces en práctica, con efectos desastrosos para la propia organización obrera. Iglesias llevó a tal extremo dicha política que en la huelga de 1902, llegó a elogiar la conducta de aquellas agrupaciones que “no siguieron las consignas de solidaridad con los huelguistas”. La agresión hacia los obreros anarquistas llegó a oídos de los medios de la Internacional, que recordó que eran obreros quienes habían sido masacrados por los soldados, y por tanto “un Socialista no necesita nada más para estar de corazón con ellos, contra sus explotadores y contra sus masacradores”. Para el PSOE, la organización de la clase obrera iba siempre antes que la Revolución, y el momento de esta no había llegado, ni llegaría hasta contar con una organización fuerte y poderosa.
Estas políticas causaron que, aún siendo uno de los primeros partidos en fundarse, el PSOE tuviera en 1901 un total de 27 concejales y que no obtuviera un diputado hasta 1910 en la figura de Pablo Iglesias, mientras que sus socios europeos hacía ya tiempo que contaban con un gran grupo parlamentario.
Por ende, concluimos que en esta etapa, por decisión propia, la influencia del PSOE era mínima, dado su voluntad de autoaislamiento. La influencia en la política era poca y en los movimientos de izquierda ínfima.
Sección 3.02 Colaboraciones con los republicanos. Alianza antimaurista
Tras la represión que el gobierno ejerció sobre los movimientos anarquistas obreros por la explosión en la festividad del Corpus en Barcelona en 1896, los socialistas protestaron, diciendo que “el Gobierno había perdido la cabeza” y “llenaba las cárceles de infelices”, exigiendo una investigación de las torturas y tormentos a los que eran sujetos los detenidos. Por primera vez en la historia del Partido, sus máximos dirigentes encabezarán la manifestación junto a dirigentes Republicanos y tomarán la palabra junto a políticos liberales como Moret y Canalejas, así cómo Salmerón, Melquíades Álvarez y Azcárate.
El retorno del conflicto armado en Cuba fue otro motivo que impulsó a los socialistas a salir de su aislamiento. Desde 1895, el PSOE se pronunció nítidamente contra “la sangría” que dicha conflagración producía entre las clases bajas de la población española. Se exigía acabar con lo que calificaron de “farsa patriotera”. Esto no obedecía a un talante anticolonialista ni a simpatías con los insurrectos, sino a la “fraternidad social” que les empujaba a pedir el retorno de los “hijos del pueblo”. La manifiesta incapacidad de poner fin a la guerra por parte de los sucesivos Gobiernos llevó al PSOE a protagonizar una campaña con el lema “o todos o ninguno”, dónde se aprecia claramente que no es anticolonialista sino en contra del poder que los ricos tenían de no ir al servicio en Cuba. Los socialistas reconocen que España no estaba en condiciones de luchar contra la República Norteamericana. Esto acerca a los socialistas a diversos sectores del republicanismo, acercamiento al cual Iglesias no pone pegas. De hecho, esto hace que en las elecciones de 1899 se presenten por primera vez en coalición: la candidatura estaba formada por Iglesias y Vera, Pi y Margall y Salmerón, republicanos federalistas. Sin embargo, en 1902 se vuelve a rechazar toda participación con “los partidos burgueses”.
Cuando en las elecciones de 1905, Iglesias y Largo Caballero junto a García Ormaechea flanqueaban las puertas del Ayuntamiento como Concejales, el PSOE y la UGT se sintieron con fuerzas para convocar por primera vez “un paro general”. Sin embargo, hubo un claro descenso de los militantes de ambas organizaciones, y los socialistas bilbaínos, tanto Federación como Juventudes, secundados por intelectuales como Unamuno, rechazaban la consigna y concurrían a elecciones en coalición con los Republicanos. Voces críticas que también empezaban a oírse en el sector madrileño. Fue la UGT la primera en proponer de manera clara un pacto con los Republicanos.
En un momento en el cual el partido Liberal se sentía disminuido y los republicanos amenazados ambos por el Gobierno de Maura, el partido dinástico intentó renovarse y proponer un “bloque de izquierdas” “contra Maura y su obra”. Este acercamiento volvió a alejar a los socialistas de los Republicanos. Filósofos como Ortega y Gasset criticaron entonces esta “mala inteligencia del socialismo español”. Iglesias exigía de los liberales “pruebas fidedignas de un arrepentimiento sincero” para coaligarse con ellos.
La guerra de Marruecos trajo de nuevo el argumento de “todos o ninguno”, y los socialistas se volvieron a quedar solos en la oposición a la guerra. Los acontecimientos de Barcelona y el fusilamiento de Ferrer i Guardia hacen que por primera vez el PSOE se dirija “a todos los ciudadanos” y no sólo a sus correligionarios. A partir de ese momento, el socialismo será republicano en la práctica política y no sólo en la retórica de un momento lejano a alcanzar. En noviembre de 1909, Iglesias aparece en un mitin junto a los principales líderes republicanos, lo que marcaría una nueva etapa en el socialismo español. Se pone fin a tres décadas de aislamiento.
Sin embargo, tras la caída de Maura, los socialistas vuelven a atacar al Partido Liberal, al que acusan de “coaligarse con elementos reaccionarios”. Acusan a Moret de traicionar su palabra y de aplicar la política conservadora en la cuestión religiosa, militar y obrera. En 1910 Pablo Iglesias encabeza la conjunción republicano-socialista para convertirse, al fin, en el primer diputado socialista. La candidatura formada, entre otros, por Iglesias, Galdós o Esquerdo, aventajaría en más de 10 000 votos a la coalición de los dos partidos monárquicos en Madrid. Eso suponía, según Iglesias que “las grandes poblaciones han expresado al Rey que no quieren a Maura, ni a Canalejas, que son tus hechuras, pero menos te queremos a ti”. Esta apertura a sectores menos obreros atraería al Partido a intelectuales y a empleados, oficinistas y maestros, que se uniría a los pocos que había entonces como el doctor Jaime Vera o Miguel de Unamuno. El ingreso en el Parlamento radicalizaría la oposición a la Monarquía, con declaraciones como “los socialistas no somos, no seremos nunca, nunca, NUNCA monárquicos”.
Sin embargo esta coalición causaba división en el Partido. El sector más sindicalista madrileño, encarnado en Largo, quería verla reducida “a los fines estrictamente inmediatos para la instauración del régimen por ellos defendido”, mientras que el sector más político, esto es, el socialismo bilbaíno de Prieto esto le parecía una “solución hipócrita”. Era la continuación del tradicional debate entre los que querían la organización de la clase obrera como objetivo primordial y casi exclusivo y quienes no veían futuro sin los republicanos. Los debates internos, sucesivos, como el debate entre neutralistas y aliadófilos, causaron división en el partido, que sin embargo no llegó a romper con los republicanos y al final aprueba una postura aliadófila. Hasta 1921, los socialistas reflejan también el caos que reina en la política española, con gobiernos casi semestrales, de concentración, elaborando y deshaciendo pactos con los republicanos y con la CNT (creada en 1910 a partir de las cenizas de la Federación).
En 1923 las candidaturas presentadas por el PSOE (en solitario) encabezadas por Besteiro en Madrid (cinco de los ocho escaños en disputa), Prieto en Bilbao, De los Ríos por Granada consiguió el mayor grupo parlamentario hasta entonces obtenido, lo que les llevó a encabezar la oposición al régimen monárquico.
Dos años antes había tenido lugar en el seno del Partido un gran debate que acabó con la creación de dos nuevos Partidos: el Partido Comunista de España y el Partido Comunista Obrero. En efecto, la creación de la Tercera internacional por parte de Lenin y los Bolcheviques supuso una escisión en varias corrientes internas dentro del Partido: los que se negaban a integrarse en dicha Internacional, los que se integrarían con condiciones y los fanáticos de la Revolución de Octubre, que querían integrarse a toda costa. El ala izquierda del Partido tomó el control de la Ejecutiva, y los sectores más sindicalistas y centristas se atrincheraron en la dirección de la UGT. Pablo Iglesias se vio solo en la ejecutiva, privado de sus defensores y rodeado de los detractores de su política. Las idas y venidas entre las dos Internacionales, y la negativa de los bolcheviques a oír hablar de libertad de acción de las secciones nacionales de la III Internacional y sobre todo la firme permanencia de la UGT en la Unión Sindical Internacional supusieron la reconquista del sector tradicional del socialismo español de la ejecutiva del PSOE, y la consiguiente escisión de los comunistas en los dos sectores mencionados.
El Partido salió pues relativamente debilitado aunque con presencia parlamentaria de este período caótico a nivel internacional y también a nivel nacional, mientras que la UGT seguía su inexorable crecimiento.
Sección 3.03 El PSOE en la dictadura de Primo de Rivera
Miguel Primo de Rivera junto a Alfonso XIII |
Este período finalizó con la relativa vuelta a la anterior política de preocuparse más por el crecimiento en afiliados y la no-alianza con los partidos burgueses (los partidos Republicanos estaban extremadamente divididos), fortalecida por el crecimiento de la UGT. Esto explica en parte la reacción del Partido y el Sindicato ante el Golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera, que fue de una neutralidad sin fisuras. Se rechazó la invitación del delegado de la CNT “para decirle al Borbón que ni el PSOE ni la UGT ni la CNT iban a permitir que el Gobierno fuese a parar a manos de un dictador”. La Ejecutiva anunció a los obreros la necesidad “de abstenerse de tomar parte en cualquier iniciativa estéril de impacientes de buena fe que pueda acabar con una represión por parte del gobierno” pero instando a los cargos socialistas a no abandonar su puesto ni sus funciones. Desde El Socialista” se negó que se esperase nada de la Dictadura ni que se viera con simpatía. Sin embargo, la Dictadura, a instancias del General Bermúdez de Castro, conocedor de la situación Asturiana, impulsó encuentros de los militares con la UGT y diálogo directo con la ejecutiva sindical. Estas conversaciones se tradujeron de inmediato con la benevolencia del socialismo ante la Dictadura. Primo de Rivera impulsó el mantenimiento de cargos sindicales en puestos municipales y legisló avances sociales y laborales para mantener el beneplácito y la ausencia de conflictividad social. Ante esta situación, los dirigentes de la UGT como Largo vieron la oportunidad de impulsar el avance de la UGT frente a los eternos rivales anarquistas, la CNT, que pasaría a la represión y la clandestinidad. Sin embargo, la sección política del PSOE, al verse “en paro” al estar prohibida la actividad política, se opuso a la dirección por el colaboracionismo con la dictadura. Querían retirar inmediatamente los concejales, la representación obrera en el Consejo de Estado y romper todo vínculo con la dictadura, pero aludiendo a la independencia del sindicato, no se movió ficha por parte de Largo. Sin embargo, la decepción del proyecto constitucional llevó a la UGT y al PSOE a cortar con la dictadura y pasar a la oposición.
El PSOE es, por tanto, la fuerza política que más influye en la dictadura de Primo de Rivera (las demás estaban proscritas) a favor de los derechos de los trabajadores.
Artículo IV. El PSOE en el Poder: la II República
Sección 4.01 Pacto de San Sebastián
Los Socialistas al principio se mostraban reacios al Pacto de San Sebastián, dada la hostilidad acumulada entre las viejas guardias republicanas y socialistas. Por ello, gracias a la mediación de Indalecio Prieto, del socialismo vasco, se establecieron conversaciones entre Besteiro, presidente del Partido (Iglesias ya había fallecido) y nuevos republicanos como Azaña o Niceto Alcalá-Zamora. Al final, los socialistas se adhieren al Pacto de San Sebastián, afirmando que “el socialismo siempre ha sido republicano”. Efectivamente, el socialismo nunca había sido monárquico, pero no siempre se había apoyado a los partidos Republicanos. Largo Caballero, ante la sorpresa general, se mostró partidario del pacto, con sus célebres palabras “creer o no creer”.
Sección 4.02 Gobiernos: Provisional y Bienio progresista
El advenimiento de la República trajo un crecimiento nunca visto tanto en el PSOE como en la UGT, verdadero barómetro para medir el poder socialista, pues muchos cargos públicos militaban en otros partidos socialistas pero también en la UGT. Los socialistas llevaron a las Cortes Constituyentes 113 diputados, lo nunca visto para el socialismo español, a los que se añadirían 10 en la 2ª vuelta. 50 de ellos poseían titulación académica, 26 obreros y el resto eran periodistas y empleados. El PSOE, con 4 224 concejales era la primera fuerza política en la República. Durante el gobierno provisional y el bienio progresista, los socialistas eran la fuerza mayoritaria en el Gobierno. Tuvieron gran influencia en la redacción de la Constitución y fueron la fuerza decisiva en la aprobación del voto femenino a instancias de Clara Campoamor. Se consiguieron grandes avances en materia social; pero la base obrera había puesto una gran esperanza en la República, y el ansia con el que esperaban las Reformas provocó un sentimiento de impaciencia en las clases bajas, lo que se tradujo por un aumento de las revoluciones anarquistas, hasta llegar al suceso de Casas Viejas.
Sección 4.03 La oposición durante el Bienio Negro
Durante el bienio negro los socialistas pasaron a la oposición, y la UGT promovió muchos movimientos huelguistas a raíz de la entrada en el Gobierno de la CEDA. Generalmente no contaron con la ayuda de los anarquistas, lo que condenó al fracaso de la huelga y a la cárcel a los organizadores. Sin embargo, los nacionalistas Catalanes aprovecharon y proclamaron la República Catalana dentro del Estado Federal Español (lo que la Constitución negaba explícitamente). Acabaron todos los dirigentes de izquierda y centro-izquierda en la cárcel, incluidos el Gobierno de la Generalitat al completo e incluso Azaña, que se encontraba en Barcelona. En Asturias, los mineros protagonizan una auténtica revolución, que esta vez sí que tuvo éxito gracias al apoyo de PSOE/UGT, CNT, y los comunistas. Los mineros, armados, toman los cuarteles de la Guardia Civil, y sustituyen los ayuntamientos (muy mayoritariamente de izquierdas) por comités revolucionarios, que empiezan a organizar rápidamente la comarca, asumiendo el abastecimiento de alimentos, agua y electricidad, así como el funcionamiento de los transportes. Los mineros controlaban absolutamente los centros de Gijón y Avilés, y se dirigieron a Oviedo, que sitiaron para defender su revolución y protagonizaron duros enfrentamientos con las fuerzas gubernamentales. Al mando del general Francisco Franco, los Tercios Irregulares, parte de la experimentada Legión Africana, son enviados a reprimir el levantamiento. Durante diez días se suceden los combates, hasta que le revuelta es finalmente reprimid: más de 1000 mineros muertos, muchos por ejecuciones sumarias por parte de los mandos militares, más de 2000 heridos y más de 5000 detenidos. La CEDA aboga por ejecutar a los cabecillas, pero la gran mayoría de las condenas a muerte una vez se termina la revuelta son conmutadas. Los levantamientos de Asturias son considerados el preludio de la Guerra Civil.
Artículo V. Conclusión
Sección 5.01 Elecciones de 1936
En 1936 ganan de nuevo las coaliciones republicano-socialistas, pero estos rechazan estar en el Gobierno tras los sucesos de Casas Viejas. Los militares dan un Golpe de Estado ante la derrota de las fuerzas conservadoras.
Sección 5.02 Resumen
La influencia del PSOE ha ido en aumento a medida que pasaban los años, siendo ínfima durante su aislamiento voluntario, creciendo poco a poco con los pactos con las fuerzas de izquierda republicanas, aumentando significativamente durante la Dictadura, y llegando a su cúspide con el advenimiento de la II República, donde eran fuerza mayoritaria.
Sección 5.03 Futuro: Guerra, Dictadura, Transición y democracia
En la guerra el PSOE tuvo gran influencia en el bando republicano, siendo muchos jefes de Gobierno y de Estado socialistas. Sin embargo, las divisiones hicieron mella en el PSOE, entre sectores como Largo Caballero, sindicalista que llegó a introducir anarquistas en el Gobierno, sectores que apoyaban al Comunismo y otros sectores más republicanos y moderados. Al perder la Guerra, el PSOE pasó a la clandestinidad, con influencia en la Resistencia interna y en el Gobierno en el exilio, participando en las huelgas de los años 60 y 70, y convirtiéndose en una amenaza para el régimen en los 70 al labrar numerosos apoyos internacionales.
En 1974 se celebra en Francia el XXVI Congreso, donde sale elegida una joven ejecutiva con miembros como Felipe González o Alfonso Guerra, a la vez que se abandonan las tesis marxistas por una orientación socialdemócrata, siguiendo la estela de los partidos socialistas y laboristas de Europa. En 1977 se consolida como primer partido de la oposición al gobierno de la UCD, y en 1982 consigue su primera mayoría absoluta, que mantendría hasta 1996. Posteriormente volvería al Gobierno en 2004, donde sigue en la actualidad (Octubre 2011) con Jose Luis Rodriguez Zapatero.
El PSOE es, por tanto, el Partido que más ha gobernado en la historia de la Democracia Española (democracia real, pues el turnismo no lo era realmente), y el que más avances sociales ha conseguido.
Con Pablo Iglesias
A mí que me den hombres
-los trepadores, ¡fuera!-,
a mí que me den hombres
como Pablo Iglesias.
La verdad por delante.
La retórica, ¡fuera!
A mí que me den hombres
como Pablo Iglesias.
Marxistas hasta el fondo,
y las astucias, ¡fuera!
A mí que me den hombres
como Pablo Iglesias.
Vamos a ser quien somos.
Los cambalache, ¡fuera!
A mí que me den hombres
como Pablo Iglesias.
Gabriel Celaya
Artículo VI. Bibliografía
Pablo Iglesias, 1850-1925 Perfiles de su vida y pensamiento Fundación Pablo Iglesias, Escuela Julián Besteiro, PSOE, UGT
Que es el PSOE PSOE, secretaría de organización
Los socialistas en la política española 1879-1982, Santos Juliá
Constitución Española de 1876
Constitución de 1931
Biografías diversas de Iglesias, Besteiro, Largo Caballero, Prieto.
Libros de Historia de Vicens Vives.
Apuntes de las lecciones de Historia de 1ºS y TºS.
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